El amor romántico, como significado social, no encierra una serie de ideales universales sobre la cooperación entre hombres y mujeres como realización socialmente aceptable o noble de las pulsiones sexuales. Estas formas de realización están cargadas de símbolos asimétricamente distribuidos que reproducen el mandato de género y el mandato de pares. Por ejemplo: pese a que la fidelidad sexual es uno de sus elementos, no se manifiesta de la misma forma para los varones que para las mujeres. Mientras que la infidelidad masculina es tenida por mero defecto de carácter ante la que muchas mujeres se resignan, la infidelidad femenina es concebida como algo aborrecible que no sólo degrada categóricamente a la mujer, sino que afecta también la honra del varón. No por nada ser una mujer engañada suscita indiferencia o lástima, mientras que ser un varón engañado es motivo de burla.



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